Me imagino que todos nos encontramos inmersos a día de hoy en una incertidumbre constante. Y es que la vida no para de demostrarnos lo rápido que puede cambiar todo de la noche a la mañana.
Cuando el otro día llegué a Vitoria para dar voz al partido de la Euroleague del Baskonia contra el equipo ruso Unics Kazan y lo suspendieron debido a la invasión de su país en Ucrania, inundaron mi cabeza un cúmulo de sensaciones.
No pude parar de pensar en lo vulnerables que somos ante conflictos que suceden a miles de kilómetros de nosotros. Y no me limito a hablar de cómo este giro de los acontecimientos hizo que, tanto mi planificación como la de todo el equipo técnico, quienes llevaban a sus espaldas horas de trabajo por detrás, se viera afectada.
Me acordé de todos los jugadores y profesionales de la comunicación de origen ucraniano y ruso que he tenido el placer de conocer a lo largo de estos años. Me imaginé la frustración e impotencia que deben de estar sintiendo en estos momentos ante la situación tan desagradable que estarán viviendo en primera persona tanto ell@s como su entorno más cercano en ambos países.
No nos queda otra que adaptarnos constantemente a las adversidades que se nos presentan. Ojalá algún día todos nos demos cuenta de que el odio nunca es la solución y empecemos a luchar juntos por el bienestar común.