Hay eventos que te tocan por su temática, por algún tema de actualidad, por el testimonio que comparte alguna de las personas protagonistas… y en ocasiones es, simplemente, porque conecta con algo en tu interior. Eso me pasó recientemente en los V Premios Deportistas 5 Estrellas de El Diario Vasco.
Se homenajeó al ciclismo con motivo del regreso del Tour de Francia, el próximo verano, a Gipuzkoa. El homenaje se personificó en cuatro deportistas que, a finales del siglo pasado, ¡cómo suena!, nos engancharon a muchas personas aficionadas: Miguel Indurain, Marino Lejarreta, Abraham Olano y Miguel Mari Lasa.
Fue en el preciso instante en el que pedí a los cuatro que subieran al escenario cuando mi mente viajó al verano de 1990, en el que mi padre, como responsable de varios autobuses de aficionados, me llevó a ver la etapa de Luz Ardiden.
De aquel viaje, recuerdo el madrugón, ver entera la película Gandhi sin que el autobús se moviera un centímetro en el monumental atasco de descenso del puerto, y sobre todo, el momento en el que Indurain sacó de rueda a Greg Lemond para llevarse la victoria.
¡Quién nos iba a decir lo que lograría después! Y quién me iba a decir que 33 años después iba a compartir, aunque sea un segundo, escenario con semejante leyenda.
Fue como cerrar un círculo. En un instante. Un círculo del que espero que mi padre se sintiera orgulloso.
Fue un regreso al futuro.